Resumen:
En el año 1973 los biólogos Stanley Cohen, de la Universidad de Stanford,
y Herbert Boyer, de la Universidad de California, consiguieron un
logro en el mundo de la materia viva, que algunos analistas biotécnicos
lo comparan en importancia con el descubrimiento y control del fuego
por parte del hombre en épocas antiguas. Ambos comunicaron que habían
tomado dos organismos no emparentados, que no podían aparearse
en la naturaleza, aislando un fragmento de ADN de cada uno de
ellos y recombinando esos fragmentos de material genético. Dicho proceso
se denominó “técnica del ADN recombinante”. En la década de 1970 se empieza a desarrollar la tecnología del ADN
recombinante y otras metodologías, como la fusión de protoplastos,
dando lugar al nacimiento de lo que hoy se llama ingeniería genética,
con la posibilidad de integrar también bajo este concepto las metodologías
de mutaciones inespecíficas. Inicialmente estas metodologías se
utilizaron para el manejo del genoma de microorganismos, pero en la
década de 1980 también se empezaron a utilizar en células de plantas.