Resumen:
Las relaciones entre educación, comunicación y cultura adquieren relevancia en América Latina en los últimos 30
años, desde Paulo Freire y las experiencias en Brasil, Chile y otros países latinoamericanos que se propusieron
vincular la historia particular y local de los educandos con la educación y los medios masivos. No solamente lo
hicieron incorporando los medios a la educación como una forma de ilustrar la palabra del maestro en la escuela,
sino desde la perspectiva de que la alfabetización se extienda al aprendizaje de las imágenes y su sentido. Ésta
ha sido una preocupación de los investigadores y de los docentes de las universidades y escuelas latinoamericanas. Luego se suman, en la última década del siglo XX, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación
que amplían y recrean los problemas por los que atraviesa la escuela. Pese a ello, la escuela se reafirma aún
en que la crisis puede enfrentarse con la incorporación de tecnología en el aula, sin transformar su modelo comunicativo
y pedagógico. Sin embargo, y más que nunca, los problemas de comunicación en la escuela adquieren
un valor fundamental, porque al cambiar los modos de circulación del saber y perder centralidad también
pierden peso las figuras tradicionales que administran el conocimiento. Surge un nuevo espacio de comunicación,
disperso, fragmentado, que permite la interacción a distancia y que implica otra manera de ver, de leer, de
conocer que no está atado al libro y que le da un espacio al audiovisual, antes siempre ignorado porque se asoció
a lo banal y a la manipulación.