Resumen:
Debe reconocerse a la persona la facultad de decidir qué hacer con la información que se obtenga de sus genes, con el propósito de evitar discriminaciones que afecten posteriormente su dignidad. Estructurarse leyes y crear criterios jurisprudenciales que garantizan la confidencialidad de la información genética se presenta como una realidad urgente y es que, el derecho a la intimidad ha progresado o, mejor dicho, evolucionado de la intimidad personal a la familiar, de la inviolabilidad del domicilio al de la correspondencia, del derecho a la tranquilidad al derecho a la intimidad genética. La intimidad es así, progresiva. Gracias a la genómica somos hoy en día hombres de cristal.