Resumen:
Plantea irónicamente que es discriminatorio que solo los corruptos de apellidos rimbombantes tengan la posibilidad de formar un club: "Un ‘club de la construcción’, por ejemplo, denota inversión, trabajo, progreso, solidez y una visión positiva del futuro. No sucede lo mismo, digamos, con apelativos como los ‘wachiturros’, ‘malditos’, ‘temerarios’, ‘intocables’ o ‘topos’. Como muestra, sería mejor que la banda originaria de la Agroindustrial Tumán se llamara el Club Copetón Rufo, reconociendo a la avifauna regional en peligro de extinción. De igual manera, la imagen de Los Cuellos Blancos del Puerto se vería tremendamente beneficiada si se llamaran Club Portland Cavaliers".